20.2.07

 

CORBATAS DE GUERRA

Estos días se escribe sobre la corbata, prenda que normalmente usamos los hombres. El Conseller de la Generalitat de Catalunya señor Puigcercós ha pedido que la usen los altos cargos de su departamento. Me parece una medida muy correcta. En cambio el díscolo del señor Bargalló no quiere ni verla. A la policía autonómica se le ha suprimido la corbata, para mayor comodidad. Y el Partido dels Ciutadans sancionará a uno de sus seguidores porque no dejó entrar en el Parlament de Catalunya a un exdiputado del P.P. que había sido invitado por ellos mismos, porque llevaba una corbata con banderitas españolas. Al próximo que prohibirán será al que lleve burritos en su corbata, que es el signo identitario de algunos.

La corbata o cinta al cuello la impuso el ejército croata. El diseñador Antoni Miró auguró que los hombres llevaríamos también collares o colgantes. Pero hasta que no llegue esa nueva generación usaremos la corbata según el momento, el lugar o el día. El Club de la Corbata se creó para la defensa, difusión y uso de esta prenda y lo componen una serie de industriales corbateros entre ellos la firma Casas y Castellet, familia del conocido escritor J. M. Castellet. La corbata es elegante, da prestigio y revaloriza la imagen. Al menos los pelos del pecho no ven. Se debe usar adecuadamente, no importa el nudo que le hagas, lo importante es que no sea ni muy larga ni muy corta, en su justa medida está la personalidad.

La corbata es como el queso: “Es el complemento de un buen traje o es el suplemento de un mal traje” (el queso aplíquese a una buena o mala comida). Pero, eso sí, con unos zapatos relucientes, fuera de ideologías políticas y que sirvan para el amor y no la guerra.

ABRAHAM MÉNDEZ RAMOS
Coleccionista de Corbatas Literarias

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