16.8.06
SALVAR AL SOLDADO... 17/07/2006
Los monumentos en el mundo a la figura del “Soldado Desconocido” son miles. Cada País tiene el suyo y trata del homenaje perpetuo que la sociedad debe a todo defensor de una causa noble. Aunque las guerras sean injustas e inhumanas. Se supone que el altruismo, el heroísmo y la entrega de tu propia vida, es para que la sociedad sea más libre, justa y democrática. Esos creo deberían ser los valores, el espíritu que impulsa a la creación de estas estatuas o figuras. La obra faraónica de Valle de los Caídos, fue hecha por un megalómano para perpetuarse de por vida. En ese fatídico lugar murieron miles de presos políticos que redimieron sus “penas” de ser del otro bando. Los “soldados desconocidos” del otro lado jamás recibieron un triste reconocimiento y mucha gente murió en el exilio por el golpe de estado. En una guerra incivil.
Salvar al soldado Ryan es una película americana, donde se busca al único joven que le queda a una madre, sus hijos ya dieron su sangre en la guerra, y el honor de la patria debe salvarlo y protegerlo. Esto pasa en Hollywood y la peli sale bien. Pero hoy la realidad es muy distinta. Israel está buscando a un imberbe soldado. Un jovenzuelo que a saber que ideales patrióticos o religiosos tendrá. Fue capturado o secuestrado por una banda de fanáticos terroristas y locos mesiánicos (Hamás, Hezbollah...), con el fin de intercambiar sus presos. El poder absoluto de Israel ha aplicado toda su fuerza de las terroríficas armas y discriminadamente está matando a inocentes de verdad: los niños. Es una masacre que lleva más de 100 muertos. No me extraña que del otro lado lancen decenas de morteros y misiles. Es tanto el daño hecho, que la fiera se ha revuelto. Pero como siempre, aquí aparece los EE.UU., el gendarme del mundo, que justifica las acciones de los judíos porque deben defenderse. Es la política de la vida y de la muerte.
Han empezado otra guerra, que solo los países con poder pueden acabar (China, Rusia, Europa...), porque los inútiles dirigentes de EE.UU. ya no saben como meterse en más avisperos. Un soldadito ha sido el justificante del ataque, aunque mueran miles de seres humanos. Cuantos soldados, ciudadanos y campesinos hombres y mujeres que podían haber sido útiles a la sociedad, en cambio aparecieron en la cuneta y con un tiro en la nuca, o enterrados en fosas comunes. Esos jamás tendrán el reconocimiento de una lápida, esos serán siempre anónimos. Y siempre hay quien no quiere que los huesos de los muertos les recuerden sus fechorías.
Salvar al soldado Ryan es una película americana, donde se busca al único joven que le queda a una madre, sus hijos ya dieron su sangre en la guerra, y el honor de la patria debe salvarlo y protegerlo. Esto pasa en Hollywood y la peli sale bien. Pero hoy la realidad es muy distinta. Israel está buscando a un imberbe soldado. Un jovenzuelo que a saber que ideales patrióticos o religiosos tendrá. Fue capturado o secuestrado por una banda de fanáticos terroristas y locos mesiánicos (Hamás, Hezbollah...), con el fin de intercambiar sus presos. El poder absoluto de Israel ha aplicado toda su fuerza de las terroríficas armas y discriminadamente está matando a inocentes de verdad: los niños. Es una masacre que lleva más de 100 muertos. No me extraña que del otro lado lancen decenas de morteros y misiles. Es tanto el daño hecho, que la fiera se ha revuelto. Pero como siempre, aquí aparece los EE.UU., el gendarme del mundo, que justifica las acciones de los judíos porque deben defenderse. Es la política de la vida y de la muerte.
Han empezado otra guerra, que solo los países con poder pueden acabar (China, Rusia, Europa...), porque los inútiles dirigentes de EE.UU. ya no saben como meterse en más avisperos. Un soldadito ha sido el justificante del ataque, aunque mueran miles de seres humanos. Cuantos soldados, ciudadanos y campesinos hombres y mujeres que podían haber sido útiles a la sociedad, en cambio aparecieron en la cuneta y con un tiro en la nuca, o enterrados en fosas comunes. Esos jamás tendrán el reconocimiento de una lápida, esos serán siempre anónimos. Y siempre hay quien no quiere que los huesos de los muertos les recuerden sus fechorías.