CARTAS AL DIRECTOR - Abraham Méndez

Un reclamo publicitario animaba a ir al Paralelo Barcelonés a ver una obra de teatro: ¡Taxi, al Cómico!. Una revista de humor y amor que nos hacía salir de la monotonía diaria. En los años 70 fue un éxito. He defendido al colectivo del taxi en alguna oportunidad, sobre sus reivindicaciones de licencias, gasolina subvencionada, seguros, etc.; incluso a la hija de un taxista que padeció un suplicio en la cárcel de Tailandia. Y tengo algún buen amigo en el colectivo.

Hoy el taxista no lleva gorra, ni uniforme, a veces van descamisados, tampoco existe la separación con el pasajero, como en Inglaterra, de ahí que un compañero de Galicia se bate entre la vida y la muerte por dos tiros recibidos de un “cliente”. Hoy el taxista es un empresario autónomo o asalariado que tiene su negocio o trabajo con el vehículo Es lógico que tenga sus obligaciones y derechos.

Pero lo que es intolerable es que se prive a un cliente de subir a un coche porque el taxista es “perico”, es decir del R.C.D. Español y el cliente es “culé” jugador del F.C. Barcelona (Giancarlo Zambrota). Muchos de nosotros jamás podríamos tomar un taxi por ser de un color, religión o raza, leer un periódico o escuchar una radio a gusto del chofer. Creo que el taxista debe ser amonestado y pedir disculpas al cliente porque el derecho de admisión no le asiste en esta ocasión. ¿O es que el cliente le dijo ¡Taxi, al Barça!, y eso lo enfureció?. Está visto que hace falta más tolerancia, amor, humor y ¡Taxi, al Cómico!

Abraham Méndez Ramos