8.1.07

 

LA EUTANASIA

Todos recordamos el sufrimiento del enfermo señor José Luis Sanpedro y las escenas de la película que magistralmente protagonizó Javier Bardem. Escenificó su tragedia y le dio vida después de la muerte como una denuncia a la sociedad. El mensaje es que un ser humano deseaba morir y nada ni nadie podía privarle de esa decisión, antes de mal vivir o estar postrado toda su vida en una cama, deseaba morir con dignidad, sabiendo lo que hacía. Hace unos días un médico desconectó el respirador que mantenía con vida, con cables y tubos, al italiano Piergiorgio Welby y ahora el doctor se enfrentará a serios problemas con la justicia, por realizar un acto humanitario.

La consejera de Justicia de la Generalitat de Catalunya doña Montserrat Tura argumenta que “la sociedad está madura para pensar que efectivamente la eutanasia es una solución humanitaria y que el tratamiento vital es el derecho del enfermo a no ser mantenido de forma artificial”. Tiene toda la razón. Mi madre acaba de fallecer a los 88 años de edad y aunque yo hubiese querido que llegara a los 100, hacía casi dos años que estaba postrada en una cama como un vegetal, tenía alhzeimer y estaba privada de toda esperanza y de reanimación. Tomaba varios medicamentos, las enfermeras la cuidaban, aseaban, limpiaban y le daban de comer y si no le aplicaban una sonda para alimentarla. Mi pobre madre ni conocía, ni sabía que hacía en la Residencia, pero es seguro que sufría. Una vez me pidió: ¡hijo, quiero morir!, porque ya no hacía nada en este mundo. Pero era mi madre y no queríamos que muriera lúcida.

Por todo ello creo que se debe replantear la eutanasia compasiva, como un mal menor al sufrimiento y un bien al enfermo irrecuperable, que evitaría el alargamiento con formas artificiales de la vida y así descansaría antes y en paz.

ABRAHAM MÉNDEZ RAMOS

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