20.2.07
SUEÑO ROTO DE UN COLOMBIANO
Soy española y desde hace doce años vivo en el Valle de Ordesa (Huesca), en el pirenaico pueblo de Linás de Broto, aunque nací en Cataluña soy una inmigrante interna. Hará unos cinco años llegó al pueblo una mujer, Bernarda, de la ciudad de Cali (Colombia), una emigrante como otras miles. Se puso a trabajar en una casa cuidando a una encantadora abuelita octogenaria, nos hicimos amigas y todo el pueblo la quiere y respeta.
Trabajó mucho por conseguir los papeles, el tesoro de todo inmigrante. Llevaba años sin ver a su familia y hará unos dos años por fin lo logró. Después de cinco largos años pudo reencontrarse con su esposo, hijos y nietos en su Colombia querida. En estos años siempre había algo que la preocupaba y era su hijo que entonces tenía dieciocho años. El joven le pedía venir con ella a España, que le buscara una oferta de empleo para tener un futuro mejor. La madre temía que se lo llevaran las guerrillas o los grupos paramilitares, ya que en Colombia, lamentablemente, impera la corrupción, las drogas, las armas, un horror, un drama para la juventud.
El hijo de Berna (como la llamamos cariñosamente), sólo quería trabajar y salir adelante, hacer una vida normal. Le gustaba el deporte, jugaba en un equipo de fútbol, se apuntó a un curso para obtener el carnet de camión, 1 ó 2 días al mes trabajaba descargando algún camión o de peón de albañil, no habían otros trabajos. El gobierno de Colombia, como tantos otros, no atiende a estos chicos y chicas que necesitan formación, talleres ocupacionales, oportunidades y alternativas en la vida en busca de un futuro mejor. Están expuestos a las drogas, los paramilitares, los capos y los malos dirigentes que amasan grandes fortunas, un inmenso poder y territorios a costa del pueblo. Los periódicos nos informan de lo convulso de estos países, que no se preocupan de sus hijos.
El Martes 13, fatídico día, sonó mi teléfono y me anunciaron ¡¡han matado al hijo de Berna !!, !qué horror, qué pena, que rabia ¡. Ocurrió al salir de un banco, donde había ido a pagar 45 € del certificado médico y otro de penales para poder salir del país. Al cruzar la calle con su bolsita en la mano, unos delincuentes le apuñalaron por la espalda y se llevaron los papeles creyendo que era dinero. Es una barbaridad lo sucedido a este chico con 21 años, siendo un joven bueno, como otros muchos, a contracorriente de lo que algunos en Colombia nos quiere mostrar. Cuando cesarán esas matanzas sin sentido que acecha muchas zonas de Sudamérica, no se puede destrozar a diario familias enteras, porque la vida es lo más valioso que tenemos. Aquí necesitamos estos emigrantes, sobre todo a los jóvenes, ya que son el mejor fruto y se puede lograr su total integración en nuestra sociedad con la educación, la tolerancia y el civismo.
A Berna, la madre del asesinado, no le consolará este escrito pero todo el pueblo (30 habitantes) deseamos que reciba nuestro dolor y que su hijo descanse en paz, al igual que a todos los que les han roto el sueño de poder vivir en un país en paz, con trabajo y libertad.
Elena Méndez Francés- 22378-Linás de Broto (Huesca)-
Trabajó mucho por conseguir los papeles, el tesoro de todo inmigrante. Llevaba años sin ver a su familia y hará unos dos años por fin lo logró. Después de cinco largos años pudo reencontrarse con su esposo, hijos y nietos en su Colombia querida. En estos años siempre había algo que la preocupaba y era su hijo que entonces tenía dieciocho años. El joven le pedía venir con ella a España, que le buscara una oferta de empleo para tener un futuro mejor. La madre temía que se lo llevaran las guerrillas o los grupos paramilitares, ya que en Colombia, lamentablemente, impera la corrupción, las drogas, las armas, un horror, un drama para la juventud.
El hijo de Berna (como la llamamos cariñosamente), sólo quería trabajar y salir adelante, hacer una vida normal. Le gustaba el deporte, jugaba en un equipo de fútbol, se apuntó a un curso para obtener el carnet de camión, 1 ó 2 días al mes trabajaba descargando algún camión o de peón de albañil, no habían otros trabajos. El gobierno de Colombia, como tantos otros, no atiende a estos chicos y chicas que necesitan formación, talleres ocupacionales, oportunidades y alternativas en la vida en busca de un futuro mejor. Están expuestos a las drogas, los paramilitares, los capos y los malos dirigentes que amasan grandes fortunas, un inmenso poder y territorios a costa del pueblo. Los periódicos nos informan de lo convulso de estos países, que no se preocupan de sus hijos.
El Martes 13, fatídico día, sonó mi teléfono y me anunciaron ¡¡han matado al hijo de Berna !!, !qué horror, qué pena, que rabia ¡. Ocurrió al salir de un banco, donde había ido a pagar 45 € del certificado médico y otro de penales para poder salir del país. Al cruzar la calle con su bolsita en la mano, unos delincuentes le apuñalaron por la espalda y se llevaron los papeles creyendo que era dinero. Es una barbaridad lo sucedido a este chico con 21 años, siendo un joven bueno, como otros muchos, a contracorriente de lo que algunos en Colombia nos quiere mostrar. Cuando cesarán esas matanzas sin sentido que acecha muchas zonas de Sudamérica, no se puede destrozar a diario familias enteras, porque la vida es lo más valioso que tenemos. Aquí necesitamos estos emigrantes, sobre todo a los jóvenes, ya que son el mejor fruto y se puede lograr su total integración en nuestra sociedad con la educación, la tolerancia y el civismo.
A Berna, la madre del asesinado, no le consolará este escrito pero todo el pueblo (30 habitantes) deseamos que reciba nuestro dolor y que su hijo descanse en paz, al igual que a todos los que les han roto el sueño de poder vivir en un país en paz, con trabajo y libertad.
Elena Méndez Francés- 22378-Linás de Broto (Huesca)-