7.9.07
LOS HOMBRES DE LA MAR
Hay trabajos muy duros, penosos y peligrosos como el de minero, los agricultores, la policía, bomberos y otros de alto riesgo. Pero, creo, que el peor de todos los trabajos es la pesca. Los hombres del mar sufren los embates de las terribles olas, las penurias del calor del día o del frío de la gélida noche. Los caprichos de la mar océano son desconocidos. Buscas bancos de peces y te adentras miles de millas náuticas en un embravecido mar, durante días o meses según los caladeros adjudicados. Padeciendo las sanciones, los secuestros de barcos, retenciones durante años del útil de trabajo y de “países amigos”. Al fin si logras el botín de los frutos del mar, regresas para ponerte a salvo en el puerto. Mientras regresas con la carga, recuerdas a tu familia, hijos y hasta el niño que aún no conoces, porque tu pareja dio a luz en tu ausencia. Cobras un modesto sueldo, que creo, es según la carga y que se vende en las lonjas a precios caprichosos de la subasta, pero del que tú no recibes nada más. De eso viven familias enteras, bancos, grandes industrias, multinacionales distribuidoras, transportistas, tiendas y restaurantes. A los pocos días vuelves al tajo. Así durante años y años hasta que tu piel se curte y se quema, tu cuerpo se deteriora y tu alma te duele.
Lo triste y trágico de esta labor necesaria en nuestra sociedad, es cuando un barco con hombres con dos vemoles como los que hay que tener, se enfrentan al poder del mar y se los traga. Desgracia quizás inevitable. Llanto y lágrimas suceden a la tragedia y todo ser humano se une a la tristeza. En mi condición de padre de joven del mar (Goletas.org) aportaré mi grano de arena a cualquier iniciativa que aporte consuelo y economía para paliar el dolor de los vivos, para que nuestros muertos en el fondo del mar sepan el sentimiento de pena y tristeza y que lloramos por ellos. Hoy ha sido el Pepita-Aurora mañana… Y uno se pregunta donde estaba la Estrella de los Mares, la Virgen de los Marineros que en esta ocasión los desamparó.
ABRAHAM MÉNDEZ RAMOS
Lo triste y trágico de esta labor necesaria en nuestra sociedad, es cuando un barco con hombres con dos vemoles como los que hay que tener, se enfrentan al poder del mar y se los traga. Desgracia quizás inevitable. Llanto y lágrimas suceden a la tragedia y todo ser humano se une a la tristeza. En mi condición de padre de joven del mar (Goletas.org) aportaré mi grano de arena a cualquier iniciativa que aporte consuelo y economía para paliar el dolor de los vivos, para que nuestros muertos en el fondo del mar sepan el sentimiento de pena y tristeza y que lloramos por ellos. Hoy ha sido el Pepita-Aurora mañana… Y uno se pregunta donde estaba la Estrella de los Mares, la Virgen de los Marineros que en esta ocasión los desamparó.
ABRAHAM MÉNDEZ RAMOS