17.9.07

 

UN DIA EN MADRID

Conozco algunas ciudades del mundo y de España, la que más Barcelona la que piso con las ruedas de mi coche a diario. La Ciudad Condal es pequeña, acogedora, coqueta, elegante, poco bulliciosa… salvo que pasees por las Ramblas, subas hasta Plaza Catalunya y llegues al Paseo de Gracia y te adentres en sus adyacentes calles y vivas la cultural ciudad. En todas encontrarás un río manso de gente que no sabes a donde va, ni de donde viene. Marineros, prostitutas, poetas, credos y razas del arco iris. Estatuas humanas, que intentan humanizarse en otros personajes, que se mueven como robots al echarle unas monedas. Un Mercado de la Boquería que es un primor, lugar donde acuden los políticos que no saben cocinar ni sus propias ofertas electorales, tiendas de animales que te acercan a la naturaleza y otras de que te ofrecen el amor en forma de flores.

Madrid es otra cosa. Por motivos de negocio y familiares he vuelto a “mi” Madrid y digo mío porque aquí nací, aunque no ejerzo como tal. En el taxi que me desplacé íbamos 4 personas, sólo yo era nacido en la capital. Madrid es 10 veces Barcelona. Es ruidoso, es espectacular, es inmenso, es fantástico, es…la capital de España. Es un mar embravecido de gentes raras, de gordos y flacos, de pelopinchos y rastras, de modelitos ajustadísimos, de culos inmensos, de terribles tetas de silicona, de caras de todos los colores y etnias del mundo mundial. De pobres desgraciados tirados por las aceras, bañados en sus propios orines, del sonriente vendedor de poesías, de gentes que se miran, pero que a nadie ven. Cultural, gracias a sus museos y arquitectura, cuidados jardines del Pº de Atocha, el del encadenamiento de nuestra baronesa. Desde el corto tramo de Plaza de España a Callao es un hervidero. Cines, teatros, bares, tiendas de todo, parece el Gran Mercado Turko o la Casbash de Marraquech. Policías haciendo sonar el silbato como árbitros de fútbol, eficaces barrenderos que recogen lo que otros tiran sin miramiento, fotógrafos apostados en espera del famosín de turno. Coches, ruidosas motos, chillonas ambulancias, coches de policías, muchos agentes de seguridad. Se oye el ruido y se huele la muchedumbre, la vives, la palpas, debes detenerte si no te arrolla este sunami humano. Niños jugando ajenos a lo que se les avecina. Todos van como zombis, se cruzan miradas pero no te ven, a nadie interesas, cada uno a su rollo. Madrid es un pueblo grande por donde aún pasan los rebaños de ovejas por su Cañada Real. Madrid me gusta pero…

Una ciudad en la que me gustaría vivir por su paz, tranquilidad, su balcón mediterráneo, culturas milenarias por descubrir, provinciana aún, cuidada y acogedora esta es: Tarragona, la antigua ciudad Imperial Romana, la que fue Tarraco, capital de Hispania y a la que en breve aparecerá El Corte Inglés y mi esposa ya no se resistirá.

ABRAHAM MÉNDEZ RAMOS-Escritor

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