27.11.07

 

EL PERDÓN DE LOS PECADOS

En cierta ocasión visité Torreciudad (Huesca) santuario creado por Monseñor Escrivá de Balaguer. Me puse enfermo al ver tanto reclinatorio, tanto confesionario y pensé que hay muchos pecadores entre los cristianos y que precisan confesarse diariamente, asistir a misa, tomar la hostia y “darse golpes de pecho” para la galería. Me gustaría saber cuantos colaboran con organizaciones benéficas, para con los más desfavorecidos. Cuando el sacerdote te ofrece el perdón en el confesionario, está claro que no debes repetir los errores, si no, no vale la absolución. Al recibir esta gracia, se interpreta que interviene la mano divina de Dios. Los curas siempre nos han querido confesar y ofrecer el perdón a nuestros pecados, en su condición de representantes de un Dios justo, benevolente y misericordioso. Cuando de niño me confesaba, el sacerdote de turno me mandaba rezar unas cuantas Ave Marías, algún Padre Nuestro y pocos Rosarios. Mis pecadillos seguro fueron muy infantiles, desobediencia a los papás, quizás de complacencias manuales, no estar atento en clase y seguir jugando como en el patio del colegio.

En la vida el desmesurado orgullo, vanidad, rencor y odio del ser humano nos priva en muchas ocasiones de pedir perdón a los ofendidos. Ciertamente no cuesta tanto, es un acto muy noble para limpiar tu interior de demonios que te corroen. Por ello felicito a Monseñor Ricardo Blázquez, presidente de los Obispos, que ha pedido perdón públicamente con un “necesario reconocimiento a los asesinados en el bando republicano por mantener sus convicciones…” En la película Trece Rosas, donde son asesinadas unas jóvenes por sus ideas liberales y sociales una de las hermosas frases dice: “Muero por defender mis ideas que creo mejores que las que nos quieren imponer”. También había muchos curas sociales, liberales, trabajadores en la fe de Jesucristo, que luchaban por el pueblo, por una sociedad más justa y que siendo buenas personas, fueron perseguidos, humillados y asesinados. Jamás estarán dentro de los 498 beatificados que subirán a los altares con todos los honores y bendiciones Papales. En cambio otros buenos curas se pudrirán en el infierno según muchos radicales, rencorosas voces discordantes e insensibles sacerdotes.

No es necesario que el bueno del señor Blázquez se confiese ante la sociedad, ni ante un ser superior, por reconocer lo atroz que fue por ambas partes la guerra civil, creo que con su humildad reivindica la memoria de los ateos, agnósticos e incrédulos de las enseñanzas religiosas y donde, casi, todas las jerarquías eclesiásticas se unieron al nacional-catolicismo, paseando al dictador y a los carniceros bajo palio y perdonándoles sus pecados de fusilamientos, exilios y expolios durante 40 años. El régimen de Hitler asesinó a millones de seres humanos y el Vaticano sabía, por sus informes y espías, que eran enviados a campos de concentración y luego al holocausto. Y sus bienes, joyas, posesiones pasaban a manos de las SS y de los nazis. La historia se repitió en España. Muchos eligieron morir de pié que vivir de rodillas. Qué hermoso es perdonar y pedir perdón.

ABRAHAM MÉNDEZ RAMOS – Escritor

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