2.2.08

 

1644- ATUTXA Y TRILLO

ATUTXA Y TRILLO:
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Me encontraba en Bilbao, visitando la cambiada, hermosa y cultural ciudad, cuando sobre las siete de la tarde comencé a oír sirenas de policías motorizados. Pensé que era alguna manifestación de los mismos de siempre, los radicales que emponzoñan la pacífica vida del País Vasco. Me quedé, con mi esposa, a ver el desfile de personajes que se acercaban que normalmente solo aparecen en la televisión o en alguna foto del diario, como los señores Ibarretxe, Gorka Landáburu, Urkullu, etc. Mi sorpresa fue que la concentración era a favor del señor Juan Mª Atutxa y promovida por el P.N.V., me parecieron todos funcionarios. El Tribunal Supremo condenó al señor Atutxa, por desacato a una instancia superior que le ordenaba un cumplimiento y el se negó. Por cierto al día siguiente volví a coincidir con el señor Atutxa en un restaurant, que como presidente de la Fundación Sabino Arana, entregaba un premio al “gran fumador” y mal ejemplo en este aspecto, señor Santiago Carrillo.

Ante la ley todos somos iguales y ampararse en que por ser un político está libre de responsabilidad por su status superior, es un mal ejemplo para cualquier ciudadano de la calle. Los políticos no tienen bula y deben someterse a la autoridad, a la justicia como toda persona. Tienen su derecho a defenderse, aportando sus atenuantes o justificantes, pero si son culpables deben pagar por ello. Hay otras 400 personas en su misma situación y nadie ha montado un circo para defender su honor o su verdad. Nadie puede eludir la acción y el sometimiento a la justicia, ni reyes, ni papas, ni políticos. Al margen del respeto que se le debe como ex presidente del Parlamento vasco y de la defensa que todos debemos hacerle contra la banda terrorista, que ha intentado asesinarlo en varias ocasiones.

Pronto se verá otro caso más grave aún, el del señor Federico Trillo, ex ministro de Defensa, que por una serie de irregularidades murieron 62 militares españoles en un trágico viaje de avión, llamado Yak-42. La Justicia ha retomado el caso y nos encontraremos con sorpresas. Los familiares tienen derecho a conocer la verdad y los errores cometidos, que parecen muchos. Si son culpables por negligencia, dejadez de funciones o ineptitud deben pagar las consecuencias de su mala gestión. Como siempre el que la hace la paga y da igual que sean altos, bajos, gordos, flacos, funcionarios, curas, ministros o todopoderosos.

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