10.10.07
DOBLES IDENTIDADES
En una mala oportunidad conocí a un personajillo que ostentaba un pomposo diploma de abogado, que ciertamente daba credibilidad. Era falso. Hay centros que se dicen universidades en Sudamérica que otorgan títulos académicos y diplomaturas de periodismo, abogados, médicos o el que quieras por 200 €. Es claro que quien presume de un diploma de estos está defraudando, intenta el engaño, la trampa y debe ser perseguido por la ley. Al parecer siempre pretendemos ser lo que no somos o no hemos logrado con esfuerzo en la vida. Así se crean dobles personalidades, embusteros compulsivos, fabuladores, falsas identidades. El deseo de obtener honores, querer ser popular, admirado, agasajado, recibir medallas, ser reconocido o querido es lícito si antes has logrado hacer algo positivo en tu existencia y si ciertamente lo mereces.
Hay casos muy sonados en toda la historia de mentiras y dobles identidades. La famosa princesa Anastasia, hija descendiente del Zar de Rusia, al final de sus días se descubrió que fue mentira, aunque la película que nos vendieron nos hizo pensar y llorar a todos. La premio Novel de la Paz Rigoberta Menchú mintió a su pueblo sobre sus orígenes y vicisitudes. Últimamente han aparecido unos cuantos casos más cercanos a nosotros. Un jovenzuelo lleno de ideologías baratas se auto-secuestró para ser importante, era un exconcejal llamado “Bartolín” de La Carolina (Jaén). El exdirector de la Guardia Civil Luís Roldán se atribuyó tener títulos universitarios de Ingeniería y Ciencias Empresariales y se llevó los dineros de los huérfanos de la benemérita. Quizás en la cárcel se saque alguno de los títulos, tiempo tiene. El señor Enric Marco engañó durante 30 años, diciendo que era un superviviente de los campos nazis de concentración. Llegó a ser presidente de la Asociación de Supervivientes Amical de Mauthausen. Recibió una medalla de la Generalitat. Luego confesó: “No mentí por maldad. Lo mantuve porque me prestaban atención”. Quizás fue una fórmula para promocionar la entidad y ayudar a los represaliados del régimen de Hitler, solo él lo sabe. Son temas psicológicos, de mentirosos patológicos, fabulan y se creen sus propias mentiras. Pero han de ser personas muy inteligentes para recordar sus propios embustes.
Seguramente que todos mentimos un poco y pretendemos ser lo que no somos. Hay mentirijillas inocentes que no tienen mayor importancia, si el que las recibe no le perjudica. Mentiras piadosas que a veces son un bálsamo, un consuelo, una ayuda para quien las recibe. El asunto más sonado, hasta hoy, es el de la joven Alicia Esteve Head que se hizo pasar por una víctima del 11-S y explicó en una rocambolesca historia que estuvo en las Torres Gemelas, el día del terrible atentado terrorista. Urdió tal mentira que llegó a presidir la Red de Supervivientes del 11-S. Una chica que quizás lo pudo tener todo, hija de una familia acomodada de la alta burguesía catalana. Su padre se vio envuelto en el caso Planasdemunt una trama de corrupción económica y también la separación de sus padres la desestructuró emocionalmente e intentó crearse otras personalidades. Hablaba perfectamente inglés, su madre lo era, en su currículo aparecían falsos estudios en Harvard, en cambio tenía de verdad un máster en Gestión Empresarial (MBA) en Barcelona.
Algunas de estas patológicas personalidades no se han aprovechado de nada, ni han robado, ni perjudicado, ni extorsionado y en cambio han ayudado a otros a salir adelante y a darles consuelo, aunque se crean Antoñica la fantástica, son enfermos dignos de lástima Y aunque nos dejen decepcionados y los despreciemos, caen en el anonimato más profundo y en pocos días nadie se acordará de ellos. Eso sí necesitan pasar por un buen psiquiatra.
ABRAHAM MÉNDEZ RAMOS
Hay casos muy sonados en toda la historia de mentiras y dobles identidades. La famosa princesa Anastasia, hija descendiente del Zar de Rusia, al final de sus días se descubrió que fue mentira, aunque la película que nos vendieron nos hizo pensar y llorar a todos. La premio Novel de la Paz Rigoberta Menchú mintió a su pueblo sobre sus orígenes y vicisitudes. Últimamente han aparecido unos cuantos casos más cercanos a nosotros. Un jovenzuelo lleno de ideologías baratas se auto-secuestró para ser importante, era un exconcejal llamado “Bartolín” de La Carolina (Jaén). El exdirector de la Guardia Civil Luís Roldán se atribuyó tener títulos universitarios de Ingeniería y Ciencias Empresariales y se llevó los dineros de los huérfanos de la benemérita. Quizás en la cárcel se saque alguno de los títulos, tiempo tiene. El señor Enric Marco engañó durante 30 años, diciendo que era un superviviente de los campos nazis de concentración. Llegó a ser presidente de la Asociación de Supervivientes Amical de Mauthausen. Recibió una medalla de la Generalitat. Luego confesó: “No mentí por maldad. Lo mantuve porque me prestaban atención”. Quizás fue una fórmula para promocionar la entidad y ayudar a los represaliados del régimen de Hitler, solo él lo sabe. Son temas psicológicos, de mentirosos patológicos, fabulan y se creen sus propias mentiras. Pero han de ser personas muy inteligentes para recordar sus propios embustes.
Seguramente que todos mentimos un poco y pretendemos ser lo que no somos. Hay mentirijillas inocentes que no tienen mayor importancia, si el que las recibe no le perjudica. Mentiras piadosas que a veces son un bálsamo, un consuelo, una ayuda para quien las recibe. El asunto más sonado, hasta hoy, es el de la joven Alicia Esteve Head que se hizo pasar por una víctima del 11-S y explicó en una rocambolesca historia que estuvo en las Torres Gemelas, el día del terrible atentado terrorista. Urdió tal mentira que llegó a presidir la Red de Supervivientes del 11-S. Una chica que quizás lo pudo tener todo, hija de una familia acomodada de la alta burguesía catalana. Su padre se vio envuelto en el caso Planasdemunt una trama de corrupción económica y también la separación de sus padres la desestructuró emocionalmente e intentó crearse otras personalidades. Hablaba perfectamente inglés, su madre lo era, en su currículo aparecían falsos estudios en Harvard, en cambio tenía de verdad un máster en Gestión Empresarial (MBA) en Barcelona.
Algunas de estas patológicas personalidades no se han aprovechado de nada, ni han robado, ni perjudicado, ni extorsionado y en cambio han ayudado a otros a salir adelante y a darles consuelo, aunque se crean Antoñica la fantástica, son enfermos dignos de lástima Y aunque nos dejen decepcionados y los despreciemos, caen en el anonimato más profundo y en pocos días nadie se acordará de ellos. Eso sí necesitan pasar por un buen psiquiatra.
ABRAHAM MÉNDEZ RAMOS