20.9.07

 

EL CACHONDEO DE LA JUSTICIA

Alguien dijo una vez que la Justicia era un cachondeo. La sociedad se escandalizó por esa frase pero, al parecer, el tiempo le dio la razón, por lo que a la sociedad le implica y perjudica las incomprensibles decisiones judiciales.

Comprobamos que cada día los chorizos, atracadores, mangantes, manteros, asalta casas, asesinos y toda la basura de la sociedad con innumerables delitos de todo tipo, entran por una puerta de los juzgados o prisiones y salen por otra. Se dejan en libertad a violadores y ladrones confesos y reincidentes. Personas nocivas y enfermas para la sociedad, porque se sabe que volverán a delinquir. Es cierto que no debemos cortar las manos a los ladrones, ni castrar, capar a los violadores, pero si debemos aplicar fórmulas de protección, para ellos y para nosotros. A estos se les debe mantener en la cárcel, manicomio o clínica y darles toneladas de bromuro como en la mili o aplicar lo necesario que les inhiban del deseo sexual, la contra de la Viagra. Pero los jueces jamás deben aplicar la ley a intereses políticos, gremiales, religiosos o económicos.

Hay abogados estrella que, aún a sabiendas que su cliente es culpable lo defienden, es justo que todo ser humano tenga ese derecho, siempre hay atenuantes y justificantes, pero ese profesional de la justicia jamás pagará por sus propios errores, es como Pilatos se lavarán las manos una vez cumplida la sentencia, eso sí la minuta la cobrará. La balanza de la Justicia es ciega y su fiel equilibrio y no siempre se decanta con equidad. Precisamente las personas privadas de vista, los ciegos son más inteligentes que el resto de los humanos, ya que multiplican sus otros sentidos. Violadores, asesinos, traficantes que cumplen 4 años y salen libres y reinciden. Hay ladronzuelos que les meten en la cárcel años y años por delitos solucionables con pedagogía social, en cambio otros de guante blanco con millonarias cuentas en paraísos fiscales quedan limpios, pulidos y curiosos de todo cargo.

Hay letrados raros, con grandes bigotes, otros a lo hippy o con vistosas y elegantes indumentarias, de millonarios gabinetes. Son la vergüenza de las togas. Un impresentable y orondo abogado, hermano de un político que arengó con un ¡Viva Honduras!, quiere vender la vida de un asesino y atracador para sacar un suculento dinero, cuando su exnovia, brasileña, quiere devolver todo el dinero del sinvergüenza. Al final diremos que el chorizo del Dioni, es lo mejor de lo mejor, porque fue un pacífico ciudadano que quiso con lo robado tirarse una gran juerga sexual en Brasil y hacerse un liftin de su feota cara y ojo bizco. Increíble las honduras en que nos metemos y que hacemos los humanos. Nos sentimos indefensos, engañados, ridículos, frustrados, estafados, burlados… Es muy lamentable pero los jueces, los del cachondeo citado, al impartir la sentencia no ven más allá de sus narices, porque solo se ponen la venda de la figura de nuestra querida y deseada justa Justicia.


ABRAHAM MÉNDEZ RAMOS-Escritor-

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