CARTAS AL DIRECTOR - Abraham Méndez

En una guerra se cometen todo tipo de atrocidades por ambas partes. Es lógico que al cabo de años, muchos años los familiares quieran reivindicar y sacar de las cunetas, encontrar los huesos y rescatar a sus muertos de inmundas fosas y enterrar a las víctimas como “Dios manda”. Está claro que los familiares piden justicia y llorarlos. La Memória Histórica dará punto final a esta larga y penosa historia de luchas políticas entre hermanos.

Alguno de los muertos seguro que era católico. Es raro que ningún sacerdote o eclesiástico no se ponga del lado de los perdedores y reivindique el derecho a morir cristianamente, a los que asesinaron con un tiro en la nuca, por la espalda o en un pelotón de fusilamiento, sin juicio alguno. Por ello contrasta que el Vaticano dará honores a 498 muertos, inocentes sacerdotes, que en la guerra incivil también fueron injustamente asesinados. El Santo Padre convertirá en beatos a estos curas por “la gracia de Dios”. Es decir unos bajarán a los infiernos, a la tierra del olvido (los vencidos) y otros subirán a los altares del recuerdo permanente, a los cielos (los vencedores). La injusta guerra civil la provocaron unos militares, unos políticos tramposos, empresarios con fortunas, dictadores sin conciencia cristiana, con consecuencias de muertes, exilios y odios que aún hoy permanecen. No supieron defender en las urnas, lo que conquistaron con las armas. Fueron unos crímenes de guerra, a modo de genocidio. Y los culpables siguen de “rositas” y llevan más de 40 años, escondiéndose con el botín y dándose golpes de pecho.

ABRAHAM MÉNDEZ RAMOS