26.10.07

 

ROBOS CULTURALES

Los robos culturales suceden desde tiempos inmemoriales. Todos los Museos, Bibliotecas, exposiciones y centros culturales han sufrido robos, desapariciones misteriosas y atracos bien perpetrados. Deben ser cleptómanos, ladrones de guante blanco o chorizos que actúan para millonarios que quieren tal o cual obra solo para sus ojos, de su exclusiva propiedad. El expolio de culturas enteras ha sucedido siempre, a lo largo de la historia grandes obras no están en sus lugares de origen porque fueron arrebatadas por vencedores de mil y una batallas.

En la guerra de Alemania contra el mundo, los nazis se llevaron miles de objetos, documentos, libros y toneladas de obras de arte. De Francia partieron hacia el interior de Alemania decenas de trenes cargados con estos tesoros. De tanto en tanto los Gobiernos devuelven alguna pieza. En la guerra de Irak fueron robados grandes tesoros de su Museo, los ignorantes soldados se llevaron piezas mesopotámicas de incalculable valor, que solo debían de estar en ése lugar. El famoso Grito, fue robado y luego apareció. A veces se hacen copias mejores que los originales. El “globo del Führer” que era tan grande como un Wolkswagen, de los que hay dos versiones, al parecer ninguna es la auténtica. Y el Odyssey, en calidad de moderno barco pirata con las últimas tecnologías, se apropió de toneladas de monedas de oro de uno de los barcos hundidos en la Bahía de Gibraltar de dominio español.

Otro robo han sido los documentos de nuestra Biblioteca Nacional, de la que desaparecieron hasta 19 mapas mundi, 17 páginas fueron arrancadas de libros únicos, incunables. Un investigador, un personajillo que quizás quiso pasar al estrellato, a la fama o lucrarse, se fue quedando lentamente con esos documentos, tardó tres años en consumar su apropiación indebida. Los fue vendiendo a coleccionistas de todo el mundo, Australia, Nueva York… La Guardia Civil y la Interpol están detrás del ladrón y seguro que irá a parar con sus huesos a la cárcel, aunque los devuelva a través de un abogado. Nuestro enérgico Ministro de Cultura, señor César Antonio Molina, no le cortará las manos, no lo decapitará, no lo entregará a los leones (por lo de César) y no lo llevará a galeras a remar y penar sus fechorías, porque no estamos en los tiempos de los bárbaros, pero es seguro que en el siglo XV, época de donde provienen los documentos sustraídos, no se hubiera salvado de las iras de la justicia medieval.

ABRAHAM MÉNDEZ RAMOS

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