16.10.07
LA ZONA FRANCA DE BARCELONA
Toda mi vida he conocido la Zona Franca de Barcelona, principalmente por las grandes instalaciones de la fábrica de coches SEAT. Durante años visité decenas de empresas para ofrecer unos servicios y al haber menos entidades y pocas calles se podían localizar rápidamente. Hoy todo ha cambiado en Barcelona la gran ciudad, y su polígono industrial, estrella de la industria, no podía ser menos. Es seguro que los precios de los terrenos están a precios de palacios de jeques árabes, no sé si se venden o alquilan los espacios por el Consorcio de la Z. F. Hay grandes empresas, industrias, oficinas, mercados, el tren, grandes avenidas y amplias calles. Hay una vida, hay un movimiento, que no debería cesar nunca. Es posible que sea el único suelo de Barcelona donde no se construyen especulativos pisos, porque lo que se pretende es crear empresas y puestos de trabajo. Quizás faltan escuelas, universidades, facultades de tipo empresarial o dirigente. Seguramente ha sido bien gestionado por don Enrique Lacalle que, creo, fue durante años uno de sus dirigentes.
Pero, y siempre hay un pero. Hace unos días volví a la Zona Franca para visitar una empresa, mi sorpresa fue que muchas calles no tienen nombre, faltan números en las fachadas, hay mala información y nulas señales que te dirijan bien. Me perdí varias veces y di vueltas innecesariamente, al margen de las obras. Sólo preguntando a los sufridos repartidores, me pudieron guiar. Encontré la Zona Franca como un laberinto. No sé si el asunto es del Delegado del Estado señor Manuel Royes, o la cosa está sencillamente en poner nombre a las cosas. La señalética hace años que se inventó y funciona muy bien, porque guía al que no sabe. Me muevo y me pierdo muy a gusto por Barcelona desde hace 66 años, pero me pierdo por sus malas indicaciones, aunque sean solo en catalán, no les digo nada cuando nos visitan congresistas, feriantes, turistas a Barcelona y no saben nuestro idioma, o los empresarios, directivos y transportes españoles o internacionales que van a la Zona Franca. Debe ser un caos.
ABRAHAM MÉNDEZ RAMOS
Pero, y siempre hay un pero. Hace unos días volví a la Zona Franca para visitar una empresa, mi sorpresa fue que muchas calles no tienen nombre, faltan números en las fachadas, hay mala información y nulas señales que te dirijan bien. Me perdí varias veces y di vueltas innecesariamente, al margen de las obras. Sólo preguntando a los sufridos repartidores, me pudieron guiar. Encontré la Zona Franca como un laberinto. No sé si el asunto es del Delegado del Estado señor Manuel Royes, o la cosa está sencillamente en poner nombre a las cosas. La señalética hace años que se inventó y funciona muy bien, porque guía al que no sabe. Me muevo y me pierdo muy a gusto por Barcelona desde hace 66 años, pero me pierdo por sus malas indicaciones, aunque sean solo en catalán, no les digo nada cuando nos visitan congresistas, feriantes, turistas a Barcelona y no saben nuestro idioma, o los empresarios, directivos y transportes españoles o internacionales que van a la Zona Franca. Debe ser un caos.
ABRAHAM MÉNDEZ RAMOS