10.10.07
EL MERCADO DE SAN ANTONIO
Durante 25 años viví en las inmediaciones del Mercado de San Antonio, en la calle de La Luna, de Barcelona. Lugar donde hace poco tiempo realizaron unas redadas contra la prostitución y los chulos de barrio, que al parecer hoy han vuelto a las esquinas y bancos. Mi padre tenía cerca su puesto de trabajo (Borrell-Manso) y yo estudié de niño en los Escolapios de Ronda San Pablo. En el Mercat de Sant Antoni compré, vendí, intercambié en un cambalache de pequeña cultura popular cromos, tebeos, vitolas y chapas. Fue una etapa muy feliz. De tanto en tanto he acudido a comprar discos, sellos, libros o alguna antigüedad. Hoy siendo ya abuelo me paseo y llevo a mis nietos, para mantener el espíritu coleccionista, al igual que los llevo a la Plaza Real, las Ramblas, visito el mercado de Glorias o el Rastro de Madrid.
Hoy en día en ese mercado se mueven otros productos electrónicos, chips, videos, DVs y sofisticados aparatos, a veces uno ya no llega a esas nuevas tecnologías. Hasta aquí todo correcto, pero cuando veo los tamagochi, los cromos japoneses, las cartas de pokémon y la cantidad de cosas raras que los chicos usan con sus maquinetas de “matar”, me pongo enfermo. No tienen ninguna utilidad práctica, ni cultural, son feos dibujos, tontos come-cocos, son figuras fantasmagóricas. No sé como pueden dormir los niños por las noches, si los persigue uno de esos bichejos. Pero están enganchados. Nos hemos enfadado alguna vez con mi nieto de 11 años, que no hace caso a sus padres, ¡niño a comer! ¡voy papá, voy! y ni caso se le ha de repetir y hasta que no acaba con la mamarrachada del juego japonés no para. Les come tanto el “tarro”, que es difícil que pasen bien los estudios.
Es una pena que la sociedad del consumo haya evolucionado por esos derroteros tan estúpidos, porque solo interesan a las grandes multinacionales, que buscan el fácil dinero y no cultivar al niño para formarlo como un hombre de provecho. Es raro que el inteligente de Bill Gates no ataque con sus inmensas posibilidades tecnológicas a los japoneses u otros fabricantes, en una guerra cultural pacífica, con su robótica, nuevas tecnologías y ciencia. Confío que todos estos artilugios no dañen las blandas neuronas de nuestros niños y no nos salgan tipos raros, agresivos o tontos. El neurocientífico japonés Ryuta Kamasshima ya advirtió en el año 2001 sobre los peligros de los videojuegos, diciendo “…los niños dejan de desarrollar actividades claves del cerebro que pueden afectar sus habilidades para controlar comportamientos antisociales” Ahora que el mítico Mercat de Sant Antoni se remozará totalmente (2011) confío que se mantendrán los clásicos puestos, aunque modernizados, si no perderán la esencia que muchos románticos y soñadores clientes defendemos.
ABRAHAM MÉNDEZ RAMOS
Hoy en día en ese mercado se mueven otros productos electrónicos, chips, videos, DVs y sofisticados aparatos, a veces uno ya no llega a esas nuevas tecnologías. Hasta aquí todo correcto, pero cuando veo los tamagochi, los cromos japoneses, las cartas de pokémon y la cantidad de cosas raras que los chicos usan con sus maquinetas de “matar”, me pongo enfermo. No tienen ninguna utilidad práctica, ni cultural, son feos dibujos, tontos come-cocos, son figuras fantasmagóricas. No sé como pueden dormir los niños por las noches, si los persigue uno de esos bichejos. Pero están enganchados. Nos hemos enfadado alguna vez con mi nieto de 11 años, que no hace caso a sus padres, ¡niño a comer! ¡voy papá, voy! y ni caso se le ha de repetir y hasta que no acaba con la mamarrachada del juego japonés no para. Les come tanto el “tarro”, que es difícil que pasen bien los estudios.
Es una pena que la sociedad del consumo haya evolucionado por esos derroteros tan estúpidos, porque solo interesan a las grandes multinacionales, que buscan el fácil dinero y no cultivar al niño para formarlo como un hombre de provecho. Es raro que el inteligente de Bill Gates no ataque con sus inmensas posibilidades tecnológicas a los japoneses u otros fabricantes, en una guerra cultural pacífica, con su robótica, nuevas tecnologías y ciencia. Confío que todos estos artilugios no dañen las blandas neuronas de nuestros niños y no nos salgan tipos raros, agresivos o tontos. El neurocientífico japonés Ryuta Kamasshima ya advirtió en el año 2001 sobre los peligros de los videojuegos, diciendo “…los niños dejan de desarrollar actividades claves del cerebro que pueden afectar sus habilidades para controlar comportamientos antisociales” Ahora que el mítico Mercat de Sant Antoni se remozará totalmente (2011) confío que se mantendrán los clásicos puestos, aunque modernizados, si no perderán la esencia que muchos románticos y soñadores clientes defendemos.
ABRAHAM MÉNDEZ RAMOS