16.10.07
EL BOXEO (Puños y Letras)
Cuando era joven y tenía un cuerpo “danone”, es decir escultural y me dediqué una temporada a ir al gimnasio. Hice pesas, estiramientos y daba unos cuantos mamporrros a un saco de boxeo, que dicho sea de paso ni se movía, parece que lo acariciaba y hasta me hacía daño en mis puños. En este establecimiento deportivo (entre c/Wifredo y c/ Luna) había un ring y una serie de boxeadores se pegaban tal cantidad de tortas, que jamás se me ocurrió subir al cuadrilátero, no fuera que un mal golpe me dejara grogui Vi mucha libre en el famoso Price de Barcelona, y recuerdo a Lambán, los elegantes hermanos Rillo, Tarrés que tumbaba a sus contrarios con golpes de cabeza y al Ángel, que gritaba ¡no aplaudir, no aplaudir! Que no oigo el crujir de los huesos de mi contrario. ¡Joder el tío! ¡Qué bestia! Es seguro que era tongo y sabía lo que se hacía, tal vez luego se iban de copas juntos. Auténticos atletas que tenían como medio de vida la lucha libre. Corrían los años 50/60.
En los años 60/70 aparecieron grandes figuras del boxeo, épicos combates entre españoles y extranjeros con grandes bolsas de dinero en juego. Los montajes de Carrasco y del malogrado José Manuel Iribar-Urtain hicieron las delicias de los aficionados. Pero quizás uno de los más recordados fue el simpático, locuelo y gran boxeador cubano-español José Legrá, El Puma de Baracoa. Llegó a campeón de Europa y dos veces campeón de Mundo de los pesos pluma (57.153 kilos de límite). En esa época fue el rey del mundo. Sobre los años 90 conocí y compartí plató televisivo, que no ring, Dios me libre, con el buenazo de Legrá. Fui invitado por Tele-5 en un programa llamado Puños y Letras dirigido por el humorista José Luís Coll. Ni que decir tiene que todos los aplausos se los llevó José Legrá, el afecto del público y sus anécdotas pugilísticas hicieron la delicia de todos. La cultura, letras y escrituras pasaron a un segundo plano, porque solo había un rey ante las cámaras y mi Récord Guinness de cartas quedó un tanto “sonado”. Es broma, yo escribí con mi pluma y mi verbo más que él con los puños.
ABRAHAM MÉNDEZ RAMOS
En los años 60/70 aparecieron grandes figuras del boxeo, épicos combates entre españoles y extranjeros con grandes bolsas de dinero en juego. Los montajes de Carrasco y del malogrado José Manuel Iribar-Urtain hicieron las delicias de los aficionados. Pero quizás uno de los más recordados fue el simpático, locuelo y gran boxeador cubano-español José Legrá, El Puma de Baracoa. Llegó a campeón de Europa y dos veces campeón de Mundo de los pesos pluma (57.153 kilos de límite). En esa época fue el rey del mundo. Sobre los años 90 conocí y compartí plató televisivo, que no ring, Dios me libre, con el buenazo de Legrá. Fui invitado por Tele-5 en un programa llamado Puños y Letras dirigido por el humorista José Luís Coll. Ni que decir tiene que todos los aplausos se los llevó José Legrá, el afecto del público y sus anécdotas pugilísticas hicieron la delicia de todos. La cultura, letras y escrituras pasaron a un segundo plano, porque solo había un rey ante las cámaras y mi Récord Guinness de cartas quedó un tanto “sonado”. Es broma, yo escribí con mi pluma y mi verbo más que él con los puños.
ABRAHAM MÉNDEZ RAMOS