CARTAS AL DIRECTOR - Abraham Méndez

Del listo se dice que es: Diligente, preparado, sagaz… y del tonto que es: Mentecato, falto y escaso de entendimiento. Hay otras muchas y diferentes definiciones como el de Inteligente, que significa persona sabia e instruida. Y del Bobo que se describe como necio, de corto alcance o graciosillo. El Premio Nobel de Medicina, el inglés señor James Watson, ha declarado una solemne burrada, tontería o estupidez al afirmar: “…toda la gente que ha tenido que emplear a negros sabe que la igualdad de razas no es verdad…su inteligencia no es la misma que la nuestra y todas las pruebas lo señalan…hay mucha gente de color con mucho talento, pero no los asciendas si no han conseguido triunfar a bajo nivel…” Este científico está anclado en los tiempos de los esclavos, de los piratas o de las conquistas de las Colonias Inglesas donde se impusieron a sangre, fuego y fusta de caballo.

Ignoro que apelativo descalificativo merece este científico, seudo principiante del doctor Menguele, el de los campos de concentración que hacía jabón con sus víctimas o terroríficas pruebas de laboratorio con todo tipo de seres humanos que no pertenecían a la raza aria. El puro RH alemán que buscaba Hitler. Lo del Premio Nobel en 1962, compartido con otros colegas, por su contribución al descubrimiento del ADN, debió de ser un error o copió como un alumno listillo, es posible que no mereciera ese galardón por sus comentarios ignorantes y xenófobos. El Museo de Ciencias de Londres le ha cancelado una charla, de la que seguro cobraba y es posible que algún negro hubiera asistido, escuchado y tenía al señor Watson como referente intelectual y científico. El Cold Spring Harbor Laboratory (Nueva York) le ha suspendido de su cargo de rector. Espero le sigan cerrando puertas. Si con 79 años dice estas tonterías es que sus neuronas están al límite, porque es “elemental querido Watson” que si a un niño negro le dan las mismas oportunidades que a un blanco, cobrizo, amarillo o verde llegará a ser un hombre o mujer inteligente, sabio y tolerante. Y si sale tonto, bobo, soberbio o prepotente como usted o deja que le “coman el coco” los raros científicos, los políticastros o las extrañas religiones, será como cualquiera de nuestros blancos hijos: un zoquete (persona ruda y que tarda en aprender y darse cuenta de lo que se le dice). Conocemos que ha rectificado, no podía ser de otra manera, pero es tarde y el mal ya está hecho. Un listo, un inteligente, un sabio como se le presupone piensa, antes de hablar.

ABRAHAM MÉNDEZ RAMOS