3.10.07
SER EMPRESARIO
He sido empresario durante más de 40 años. Una cruel enfermedad me ha apartado de mi vocación, mi trabajo, devociones y obligaciones de la sociedad. He intentado ser un empresario modelo, procurando con los trabajadores (150), dicen que cada uno es una hipoteca, ayudar y ser justo, aunque seguro que he fallado en más de una oportunidad. He tenido empleados leales y traidores. He pasado por circunstancias muy preocupantes, impagados, quiebras, luchas bancarias, créditos abusivos, préstamos, leasings, hacienda, impuestos, etcétera. En definitiva por el abanico de las problemáticas empresariales que todo responsable ejecutivo pasa y se auto defiende en esta sociedad tan mercantilizada y “por triplicado”. Fui cofundador de una Patronal y defendí a empresarios y trabajadores en duras negociaciones de convenio, aportando mis visiones progresistas y de ayuda al más necesitado. Creé una beca gratuita de estudios para los empleados de mi empresa, un aula de formación, un libro de ética para trabajadores y empresarios, he creado cultura (Museo de la Limpieza). Con los trabajadores hemos hecho algún viaje de ocio, comidas de hermandad, he concedido algún diploma de excelencia en el trabajo, he ayudado a quién he podido y sacado de algún apuro a otros.
Mi legado como empresario no tiene continuidad, dado que de mis queridos 3 hij@s, ninguno ha sacado esta vocación empresarial, aunque tienen sus carreras, ninguno ha deseado meterse en la boca del lobo y de la problemática de una empresa. Han querido volar y ser libres, por todo ello he tenido que “tirar la toalla”, como un viejo boxeador al que su manager protege lanzando la toalla al aire, para que no machaquen a su pupilo y acabe tumbado, sangrando y grogui en el tapiz del ring de la vida. He vendido la empresa a un grupo que seguirá, la ampliará y espero sea mi orgullo como fundador. He pasado a pensionista obligado por una cruel enfermedad. He permanecido más de 40 años al pié del cañón y recibido premios empresariales por los años de servicio a la sociedad, a una vida de trabajo, de esfuerzo, se sinsabores y de alegrías.
En mi vida personal tengo una esposa maravillosa (Maribel) que gracias a ella he podido ser como soy y lo que soy. Ha sido lo que se dice esposa, amante, compañera, colaboradora, madre de nuestros hijos y mi paño de lágrimas, hoy mi bastón y botiquín portátil. He intentado formarme cultural, humana y socialmente y rodearme de contados buenos amig@s, los otros son amiguetes o saludados, gentes que pasan por tu lado y dejan poca huella porque nada aportan de positivo, ni quieren aprender, ni saben escuchar. Cuando llegue el final de mis días diré, no ¡Adíos mundo cruel!, si no como dice el simpático Porky el cerdito de la tele: “…esto, esto es todo amigos…”
Mi legado como empresario no tiene continuidad, dado que de mis queridos 3 hij@s, ninguno ha sacado esta vocación empresarial, aunque tienen sus carreras, ninguno ha deseado meterse en la boca del lobo y de la problemática de una empresa. Han querido volar y ser libres, por todo ello he tenido que “tirar la toalla”, como un viejo boxeador al que su manager protege lanzando la toalla al aire, para que no machaquen a su pupilo y acabe tumbado, sangrando y grogui en el tapiz del ring de la vida. He vendido la empresa a un grupo que seguirá, la ampliará y espero sea mi orgullo como fundador. He pasado a pensionista obligado por una cruel enfermedad. He permanecido más de 40 años al pié del cañón y recibido premios empresariales por los años de servicio a la sociedad, a una vida de trabajo, de esfuerzo, se sinsabores y de alegrías.
En mi vida personal tengo una esposa maravillosa (Maribel) que gracias a ella he podido ser como soy y lo que soy. Ha sido lo que se dice esposa, amante, compañera, colaboradora, madre de nuestros hijos y mi paño de lágrimas, hoy mi bastón y botiquín portátil. He intentado formarme cultural, humana y socialmente y rodearme de contados buenos amig@s, los otros son amiguetes o saludados, gentes que pasan por tu lado y dejan poca huella porque nada aportan de positivo, ni quieren aprender, ni saben escuchar. Cuando llegue el final de mis días diré, no ¡Adíos mundo cruel!, si no como dice el simpático Porky el cerdito de la tele: “…esto, esto es todo amigos…”