23.9.07

 

¡¡ LA GUERRA HA TERMINADO!!

Esta tendría ser la mejor frase que cualquier ser humano pudiera gritar y escuchar. Sobre todo los soldados y poblaciones que hoy están en guerra. Conlleva un final de paz, alegría, enjuague de lágrimas y de enterrar a los muertos. La frase “la guerra ha terminado” ha ido esgrimida en muchas ocasiones. Se pronunció cuando los vencedores americanos tiraron las bombas atómicas y obligaron a Japón a finalizar la extraña guerra, que comenzó con Pearl Harwor y firmaron el armisticio. Cuando la gran coalición europea derrotó a los alemanes de Hitler, que provocó una cruel guerra para eliminar una etnia y apoderarse del mundo. O la guerra de EE.UU. contra el terrorífico Vietnam, que después de miles de muertos y un gasto terrible en materiales, se firmó la paz en Paris, en una mesa especial, que al parecer no aceptaban ninguno de los contendientes, ni cuadrada ni redonda, ni de frente ni detrás, algo esperpéntico, cuando sobre la mesa habían vidas humanas. “La guerra ha terminado”, quedó como frase lapidaria gravada con martillo y cincel en nuestros corazones, en nuestra traidora y provocada guerra civil para derrocar al gobierno legítimo de la República, donde Franco prefirió abjurar del juramento militar a la bandera y encabezar el alzamiento en armas, contra su propio pueblo. Aquí se acuñó la coletilla: “La guerra ha terminado. El ejército enemigo humillado y vencido se bate en retirada… “ No pensaban que detrás había quedado un millón de muertos de ambos bandos.

Después de más de 20 siglos de luchas intestinas, entre hermanos, géneros, religiones, de guerras, guerrillas y terrorismo, creo que esto debe acabar. Esta barbarie comporta y no aporta ningún beneficio, si no más odio, ira, sed de venganza de todos contra todos. La sociedad no aguanta más, el pueblo, el ciudadano actual no debería admitir, ni tolerar, ni justificar ningún tipo de acto bélico. Las guerras deben cesar de inmediato. No se puede masacrar a pueblos enteros, a soldados obligados a luchar o que matan por un salario a inocentes hombres, niños o mujeres y destrozan aldeas y bienes. Las guerras y los terrorismos deberían prohibirse, declararse de orígenes bárbaros pasados, antinaturales, obsoletos, de desalmados, anticuadas, lo peor de la condición del ser humano. Las diferencias deben dirimirse con diálogo, tolerancia, compasión, justicia. El ejército de la O.N.U., los conocidos “Cascos Azules” debería ser los “Cascos de la Paz”. Ese ejército de hombres “desarmados” deberían ser la gran garantía de que nadie se toma la justicia por su mano, ni quiere imponer un tipo de vida, de democracia o de religión y mucho menos a cambio de petróleo, gas o de piedras preciosas, o de hacerse millonarios con el tráfico de armas. Porque ni el Papa, ni los Ayatolás, ni el Dalai Lama, con todos sus poderes terrenales y según ellos divinos, están por ver, no hacen nada por los cuerpos humanos, porque solo les interesa salvar sus almas o pasar “el cepillo”.
LA GUERRA HA TERMINADO, QUE FRASE MÁS HERMOSA.

ABRAHAM MÉNDEZ RAMOS

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