12.7.07
LA EDUCACIÓN CIUDADANA
Estudié en dos colegios de sacerdotes (Escolapios y Claretianos) y la cultura y educación recibidas rezumaba religiosidad por todos los lados, al menos en Bachillerato que se obligaba a oír misa cada día, yo estudié Comercio y solo era una vez a la semana. Los libros de catecismo y del espíritu nacional eran santo y seña y debías saberlos recitar de memoria, el resto también claro. Quiero aclarar que los curas me enseñaron buenas formas, corrección, formación física y urbanidad, no tengo queja. La educación recibida debió ser la correcta de épocas dictatoriales, no creo tener “asignaturas pendientes”, pero seguro que en mi psiquis algo raro hay.
Desde hace años nos quejamos que nuestros jóvenes no han crecido como nosotros deseábamos. Es posible que desde los años 60 la evolución de la vida haya sido tan vertiginosa, que no hayamos podido dedicarnos tanto a nuestros hijos, hemos intentando crearnos un futuro y en ello hemos empleado todo nuestro esfuerzo. Pero la educación y formación que les dábamos era la que nosotros recibimos de nuestros maestros, educadores y padres. Unos valores que transmitimos de generación en generación, adecuada a los tiempos, unos sentimientos humanísticos que el ser humano implanta a los niños y que no deben olvidarse jamás. Hoy en día con la mezcla de alumnos en los colegios de diversos países, de religiones diferentes y de culturas ajenas a nosotros se deben adecuar las temáticas, para ser justos con todos. Hay asuntos que no deben mezclarse como es la religión, un tema tan personal e íntimo que no debe ponerse como una asignatura obligatoria. Dios jamás nos perdonaría que obligáramos a alguien a creer o seguir lo que no ve. Hay quien mata por imponer sus creencias, la religión católica no, eso sí lo aprendí: ¡no matarás! ¡no mentirás! ¡no levantarás falso testimonio! ¡respetarás a tus padres!, etcétera.
El nuevo programa que se pretende implantar a los alumnos, yo lo encuentro correcto. No veo el mal en ninguna asignatura. Se potencia al alumno en las enseñanzas de urbanidad, solidaridad, civismo, tolerancia, generosidad. Aunque yo ampliaría las asignaturas a primeros auxilios, conducción, seguridad, temas caseros como planchar, lavar, reparar electrodomésticos… es lo que se dice saber “planchar un huevo y freír una corbata”.
La Conferencia Episcopal no está de acuerdo con esta asignatura que ya se imparte desde hace años en Europa y aquí estamos retrasados. No sé que intereses partidistas y políticos pueden argumentar, tampoco les parece bien el nuevo Ministro de Sanidad por su investigación con células madre, un bien para la humanidad, parece que quieren volver a la inquisición y no evolucionar, vuelven a la misa en latín y pronto la mujer se tendrá que volver a cubrir. Creo que Dios quiere a ciudadanos éticos, inteligentes y libres, antes que sumisos frente a las dudas de su realidad. Sólo los radicales integristas de cualquier religión, prefieren adorar al becerro de oro y poner bombas, sin pensar que ese bondadoso ser quiere a su lado gentes buenas, humanistas, personas preocupadas por sus congéneres y su entorno y no beatos fariseos y falsos predicadores que solo se dan golpes de pecho para lograr sus propios egoísmos terrenales y celestiales.
Desde hace años nos quejamos que nuestros jóvenes no han crecido como nosotros deseábamos. Es posible que desde los años 60 la evolución de la vida haya sido tan vertiginosa, que no hayamos podido dedicarnos tanto a nuestros hijos, hemos intentando crearnos un futuro y en ello hemos empleado todo nuestro esfuerzo. Pero la educación y formación que les dábamos era la que nosotros recibimos de nuestros maestros, educadores y padres. Unos valores que transmitimos de generación en generación, adecuada a los tiempos, unos sentimientos humanísticos que el ser humano implanta a los niños y que no deben olvidarse jamás. Hoy en día con la mezcla de alumnos en los colegios de diversos países, de religiones diferentes y de culturas ajenas a nosotros se deben adecuar las temáticas, para ser justos con todos. Hay asuntos que no deben mezclarse como es la religión, un tema tan personal e íntimo que no debe ponerse como una asignatura obligatoria. Dios jamás nos perdonaría que obligáramos a alguien a creer o seguir lo que no ve. Hay quien mata por imponer sus creencias, la religión católica no, eso sí lo aprendí: ¡no matarás! ¡no mentirás! ¡no levantarás falso testimonio! ¡respetarás a tus padres!, etcétera.
El nuevo programa que se pretende implantar a los alumnos, yo lo encuentro correcto. No veo el mal en ninguna asignatura. Se potencia al alumno en las enseñanzas de urbanidad, solidaridad, civismo, tolerancia, generosidad. Aunque yo ampliaría las asignaturas a primeros auxilios, conducción, seguridad, temas caseros como planchar, lavar, reparar electrodomésticos… es lo que se dice saber “planchar un huevo y freír una corbata”.
La Conferencia Episcopal no está de acuerdo con esta asignatura que ya se imparte desde hace años en Europa y aquí estamos retrasados. No sé que intereses partidistas y políticos pueden argumentar, tampoco les parece bien el nuevo Ministro de Sanidad por su investigación con células madre, un bien para la humanidad, parece que quieren volver a la inquisición y no evolucionar, vuelven a la misa en latín y pronto la mujer se tendrá que volver a cubrir. Creo que Dios quiere a ciudadanos éticos, inteligentes y libres, antes que sumisos frente a las dudas de su realidad. Sólo los radicales integristas de cualquier religión, prefieren adorar al becerro de oro y poner bombas, sin pensar que ese bondadoso ser quiere a su lado gentes buenas, humanistas, personas preocupadas por sus congéneres y su entorno y no beatos fariseos y falsos predicadores que solo se dan golpes de pecho para lograr sus propios egoísmos terrenales y celestiales.