5.12.07

 

SUMISIÓN AL PADRE, MUERTE DE LA MUJER

Conozco algún personaje que me confesó que su padre fue muy estricto, dictatorial y dominante de “sus” bienes, mujer e hijos. Épocas en que existía el “besa manos” al padre, le tenías que llamar obligatoriamente de usted y no podías hablar sin autorización del cabeza de familia. Tiempos de poca comunicación, de nula afectividad y se máximo respeto y reverencia a la figura paterna más que a la materna. Había unas severas reglas u ordenanzas para la mesa, dormir o levantarse. Eran como unos ritos, donde se bendecía la mesa, aunque los hijos salieran ateos. La madre llevaba el gran peso de soportar al déspota que la tomó como esclava, la hizo trabajar en casa toda la vida y cuidó de sus hijos, casa y ancianos. Los infelices niños sometidos al imperio de ordeno y mando y la esposa al capricho de la procreación y de sus labores caseras, en “casa y con la pata atada a la cama”. Ciertamente eran otros tiempos y por fortuna estos personajes, posiblemente, han pasado a la historia.

No obstante esta rigurosidad aún la mantienen muchos hombres, que hoy actúan como depredadores con sus “propiedades”, la adquieren al unirse a su pareja. Hoy quizás son los que asesinan a sus mujeres por falta de formación, preparación y principios éticos y educacionales. La “maté porque era mía”, a modo de trofeo de propiedad, cree que puede hacer con ese ser humano lo que quiere, debilitado la voluntad de esa persona por la imposición del día tras día. El hombre que humilla, pega, desprecia y asesina a su esposa, es un personaje enfermo de celos, de odio, de posesión, rencor… Este tipo de hombre se cree el macho dominante de la creación y con derecho ha hacer lo que le da la gana con su compañera.

En los años 60/70 muchos jóvenes que acudían a las Universidades, se supone los más formados y preparados, descubrieron la libertad del ser humano. Las famosas huelgas del Mayo del 68 en Francia marcó un antes y un después. Se reivindicó todo lo reivindicable y esa protesta traspasó fronteras. En España llegó y la revolución juvenil formó a una serie de personas que muchos de hoy son nuestros dirigentes. La obediencia “al padre dictador” el Caudillo de España, al régimen autocrático era de total sumisión. Muchos hijos de familias acomodadas se “tiraron a la calle”, muchos padres conservadores de una tradición de misas, poder e ideas caducas no aceptaron las nuevas normas que implantaban sus hijos, que se enfrentaban a la Guardia Civil, que mantenían grandes discusiones, una guerra de generaciones. El padre de derechas y el hijo de izquierdas eran imposibles las reconciliaciones. Los jóvenes más preparados y con ganas de saber estudiaron y se prepararon para afrontar los nuevos retos de la sociedad.

Pero la educación y formación, sobre todo en el hombre, sigue sin ser completada. El hombre es un depredador de su propia especie, por guerras, terrorismo, asesinatos… Es un cobarde que ataca, pega y asesina a su compañera, esposa, amante y madre de sus hijos. Ese poder paterno cree que le da permiso para dominar y humillar durante toda la vida a esa infeliz mujer, que durante años ha dedicado su ser a casa e hijos, ha sido apartada del trabajo y ha perdido su rumbo en la vida, dependiendo exclusivamente del asesino que convive con ella. La calle, el trabajo, las drogas, la bebida, los amigotes, la vida los hizo malvados, cobardes, incultos. Y el gen defectuoso que tenemos todos los hombres. Muchas mujeres, en la sumisión del hogar, se prepararon leyendo, estudiando, adquiriendo conocimientos. Los hijos un día se fueron de casa, volaron del nido y formaron su propio hogar, el problema es que dejaron a muchas desgraciadas mujeres en manos de un asesino. La única solución es la formación, preparación y reeducación de esos individuos que han perdido su rumbo, que creen tener derechos sobre otro humano y desconocen el bien del mal. La sociedad tiene un gran reto para prevenir más muertes de mujeres.

ABRAHAM MÉNDEZ RAMOS

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